El dolor es mujer
Por Carlos Goicoechea
Catedrático de Farmacología. Vicepresidente de la SED
El último barómetro del dolor de la Universidad de Cádiz/Fundación Grünenthal así lo manifiesta: el prototipo de paciente con dolor es una mujer, de en torno a 50 años. Efectivamente, aunque el dolor crónico afecta al 25% de la población, este porcentaje es mayor si en mujeres que en hombres.
La fisiopatología del dolor crónico, entendido como enfermedad, es relativamente reciente. En realidad, antes de la creación de las primeras unidades del dolor, en la década de los 70 del siglo pasado, el dolor era solo un síntoma, y se enfocaban los esfuerzos en tratar la patología responsable de ese dolor y no en el dolor en sí mismo. El enfoque ha cambiado, el dolor crónico ha pasado a ser considerado como una enfermedad en sí misma, y codificado dentro del catálogo internacional de enfermedades y el interés en conocer su funcionamiento ha aumentado de forma exponencial en este siglo.
Y de forma paralela, aunque con cierto retraso, es verdad, ha crecido el interés por conocer las diferencias en el dolor en relación al sexo y al género.
Es evidente que lo que no se busca no se encuentra, y aunque las primeras llamadas de atención sobre el tema son del siglo pasado, en el ámbito del dolor, la llamada de atención más relevante fue a raíz del trabajo de Sorge y cols., . Nat. Neurosci 2015; 18(8): 1081-3, en modelos animales, que demostró que los procesos de cronificación del dolor en la médula espinal (la sensibilización central) en machos implicaba a un grupo de células (la microglía), mientras que en hembras eran los linfocitos los elementos celulares más relevantes… En este referencia se puede encontrar una recopilación de estas diferencias: Mogil JS, Parisien M, Esfahani SJ, Diatchenko L. Sex differences in mechanisms of pain hypersensitivity. Neurosci Biobehav Rev. 2024 Aug;163:105749. doi: 10.1016/j.neubiorev.2024.105749. Epub 2024 Jun 3. PMID: 38838876.
La relevancia de este y otros descubrimientos similares suponen una revolución en el abordaje del dolor, puesto que la investigación farmacológica preclínica se ha basado clásicamente en resultados obtenidos de experimentos realizados en machos (identificación de dianas, desarrollo de moléculas) de forma que, al trasladarlo a la clínica humana, no existía una correlación adecuada con el público “diana” de dichos tratamientos, las mujeres. La farmacogenética, una especialidad no suficientemente desarrollada, explica muchas de estas diferencias. Además, discrepancias anatómicas pueden influir en la respuesta a las técnicas llamadas intervencionistas, típicas de las unidades del dolor.
Por otro lado, también la experimentación clínica muestra diferencias ligadas al sexo: se ha descrito que los varones parecen mostrar un umbral más alto a los estímulos nociceptivos, y una mayor tolerancia al dolor. Sin embargo, estos resultados, obtenidos en un entorno “de laboratorio”, no se reflejan necesariamente en el dolor que se observa en la población general, donde no solo intervienen aspectos relacionados con la biología, sino también con los roles de género.
Estas diferencias de género se relacionan fundamentalmente con aspectos socioculturales (el papel de la mujer en la sociedad, el establecimiento de roles, etc) y, dado que el dolor tiene un importante componente psicológico, la existencia de estos roles influye directamente en la percepción e interpretación de los estímulos nociceptivos, y de la creación de la experiencia dolorosa (Pedulla R, Glugosh J, Jeyaseelan N, Prevost B, Velez E, Winnitoy B, Churchill L, Raghava Neelapala YV, Carlesso LC. Associations of Gender Role and Pain in Musculoskeletal Disorders: A Mixed-Methods Systematic Review. J Pain. 2024 Jul 29:104644. doi: 10.1016/j.jpain.2024.104644. Epub ahead of print. PMID: 39084479.)
Por todo ello, en el estudio y tratamiento del dolor es imprescindible tener siempre en consideración el sexo y el género del paciente y establecer un abordaje personalizado y centrado en la persona.