Con motivo de la celebración del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, el 11 de febrero, se han celebrado diversas actividades en toda España para conmemorar esta celebración.
Desde la Sociedad Española del Dolor hemos querido destacar el proyecto de la Dra. Esther Berrocoso, investigadora de la Universidad de Cádiz y miembro de la SED, que nos explica en una breve entrevista la situación de la mujer en la ciencia y el ámbito docente, así como la situación del tratamiento del dolor en España.
La Dra. Berrocoso coordina la Jornada de Neurocientíficas, iniciativa que ahonda en el trabajo de investigadoras consolidadas, emergentes, así como en los avances en el tratamiento y fisiopatología del dolor y párkinson, entre otras.
Pregunta: ¿Qué le ha llevado a organizar una jornada como esta, centrada en el trabajo de las mujeres científicas?
Respuesta: Probablemente las estadísticas… que resultan demoledoras. Según el Ministerio de Economía y Competitividad, el número de estudiantes de grado y doctores está relativamente equiparado entre hombres y mujeres. Sin embargo cuando avanzamos en la carrera docente e investigadora en la Universidad, el 39% de los puestos de Profesor Titular está ocupado por mujeres y esta cifra baja al 19,7% con respecto a las Cátedras. Cifras similares se obtienen si hacemos el mismo estudio en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (Sánchez de Madariaga, Científicas en cifras 2013 (2014)).
Así que creo que las organizadoras de esta Jornada en la Universidad de Cádiz, la Dra. Castro, Dra. García Alloza y yo misma, con nuestros respectivos grupos de investigación, debemos implicarnos en visibilizar nuestra labor.
P. ¿Qué destacaría de la jornada?
R. Como he comentado, la clave está en dar visibilidad, en “salir a la calle”. Por un lado, la jornada tiene un carácter de orientación académica ya que en gran parte se dirige a estudiantes que quieren dirigir sus pasos laborales hacia la Ciencia y, por tanto, pretendemos ser un escaparate sobre la investigación que se realiza más próxima a ellos. Así, tendremos una conferencia donde se explicará cuáles son los pasos a seguir en la carrera investigadora. Por otro lado, nos dirigimos a asociaciones de pacientes y familiares para acercarles nuestro trabajo diario que va dirigido a ellos.
P. ¿Qué relevancia tiene este tipo de jornadas para el ámbito del dolor?
R. Entre los temas que vamos a tratar, el dolor crónico y su relación con las emociones tendrá un espacio destacado. Haremos especial énfasis en las diferentes dimensiones del dolor (sensorial, emocional y cognitivo) y de manera divulgativa explicaremos los avances recientes sobre la neuroplasticidad del cerebro ante el dolor crónico y cuáles son los principales desafíos en este campo investigador.
No hay muchas oportunidades de presentar el estudio y tratamiento del dolor a la población general y menos aún a jóvenes como pretende esta reunión. Poner el dolor a la altura de la importancia de las demencias o las enfermedades neurodegenerativas, eleva el valor de investigar sobre él y promover vocaciones así como despertar el interés de los gobernantes. Que hoy en día seamos muchas las mujeres que investigamos en dolor le concede mayor importancia. Siempre se ha dicho que las mujeres soportamos mejor el dolor, habría mucho que escribir y decir sobre ello.
P. ¿Cómo ve el futuro del tratamiento del dolor, cree que el dolor crónico podrá ser tratado con éxito a medio-largo plazo?
R. Difícil pregunta. Creo que el incremento del acceso de los pacientes a las Unidades de Dolor podría mejorar considerablemente el tratamiento del dolor de la población actual. Es decir, más Unidades de Dolor mejor dotadas resolverían muchos de los problemas actuales. Con respecto al ámbito científico, el conocimiento del procesamiento nociceptivo a nivel espinal es amplio y ha sido fruto de intensas investigaciones a este nivel desde hace más de 50 años. Sin embargo, mucho menos sabemos del procesamiento del dolor en el cerebro y estamos empezando a conocer los procesos neuroplásticos del cerebro ante el dolor crónico. En mi opinión, el estudio de la actividad del cerebro ante el proceso doloroso es el gran reto que tenemos que afrontar en los próximos años.